domingo, 8 de febrero de 2015

Minirelato de terror

Oí el chirrido de la puerta abriéndose lentamente. Se escucharon unos pasos. Desde mi escondite, intenté descubrir quién había entrado. Podía haber sido el viento, pero las pruebas indicaban lo contrario. La ventana se abrió de golpe y tras las rendijas horizontales llegué a observar cómo una extraña sombra salía de mi habitación. Comprobé que estaba sola y abrí la puerta del armario cuidadosamente. El miedo me invadía, no podía salir de allí. Finalmente conseguí poner un pie en el suelo, a continuación el otro. Volví a echar un vistazo: definitivamente era la única persona viva en esa habitación. Rápidamente regresé a mi cama e intenté calmarme. Me tapé hasta arriba con las sábanas; es curioso, pero así me sentía segura, protegida. Cerré los ojos. Quise convencerme de que seguramente estaba soñando y me despertaría en cualquier momento, aunque algo me decía que desgraciadamente no era así. No había ninguna otra opción razonable, pero por mucho que insistiera no conseguía que la idea de que estaba en peligro desapareciera. Pasaron minutos y minutos, pero no podía conciliar el sueño. De repente, sentí una extraña presencia, como si alguien estuviera ahí de nuevo, como si nunca se hubiera ido. Me sentía observada, atrapada. Me armé de valor y me levanté de la cama; no había nadie. Empecé a caminar, alguien me llamaba. Observé mi reflejo en el espejo: parecía un pequeño animalillo asustado antes de ser cazado. Entonces parpadeé. Ésa fue la peor decisión de mi vida, porque cuando abrí los ojos le vi. Él estaba allí.

1 comentario:

  1. Señorita Zamorano, quite el espejo de la habitación... tendrá menos sustos.

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